Materiales:

1.- Rotulador permanente negro.

2.- Ceras o rotuladores permanentes de colores. Yo prefiero las ceras porque cuando le doy el barniz al agua no corro el riesgo de diluir el pigmento.

3.- Plástico mágico 10×15 cms (para esta ocasión he escogido el blanco translúcido).

4.- Tijeras y perforadora para hacer agujeros.

5.- Horno casero y papel de hornear (o papel platina).

6.- Barniz al agua y pincel.

Dibujar al doble del tamaño deseado.

Y la parte divertida: introducirlo en un horno precalentado a 175º. Para ello pondremos bajo nuestra pieza un trozo de papel de hornear o platina. Es importante que dicho papel esté liso y limpio, y fijarlo con algo de peso en ambos lados para evitar que se mueva durante la transformación. Verás cómo el plástico se dobla, retuerce y encoge hasta que se vuelve a poner casi plano (este proceso dura entre 20 y 30 segundos); conviene que cuando lo saquemos le pongamos inmediatamente algo plano encima para que quede «planchado».

Acto seguido, ya podemos aplicarle el barniz y dejarlo secar durante varias horas.

Si se desea más brillo puedes volver a barnizar tantas veces como haga falta hasta conseguir el resultado deseado.

Como sugerencia de presentación propongo hacerle dos agujeros a la trasera de una tarjeta por donde pasará nuestra cadenita, para que el llavero quede escondido dentro.